jueves, 24 de julio de 2008

miércoles, 9 de julio de 2008

Hasta siempre

Tenía yo 13 años. Ya vivía en la Avenida de Esteiro.
Mi abuela Amelia aún no vivía en casa de mi tía en la aldea, en Xicos, aún vivía en el piso de mi tía Ana, también en el barrio de Esteiro; a penas 100 metros nos separaban.
Ese día, mis padres habían ido a la cena de las Pepitas y mi hermano no estaba en casa.
Estaba yo sólo.

Se fue la luz en mi casa. Se fue en la avenida de esteiro. Se fue la luz.
Tenía mucho miedo. No tenía teléfono móvil y no sabía qué hacer, nada me funcionaba.
Comprobé por casualidad y el teléfono fijo funcionaba, no sabía yo que recibía corriente por la propia línea.
Llamé a mi abuela.
No podía parar de llorar. "Abuela, tengo miedo; no está nadie en casa..."
"No te preocupes, no pasa nada"

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Estaba echada en la cama. Dormía placidamente, ajena a quienes le rodeaban, entonces mi madre y yo. Le acababan de dar la comida. Abrió los ojos...
"Madre, ¿quién es este?"
Los ojos como platos, de felicidad. Nunca la visité en el hospital. No podía articular palabra...
Le susurré "Pedro, abuela"... con una leve sonrisa cómplice. Pero ella ya sabía que era yo, y asentió con la cabeza queriendo decirme eso mismo.
Cerró los ojos feliz. Le cojí una mano, acariciándola, y le di un beso en la frente.

Hasta siempre, abuela.
Te quiero.